martes, 22 de noviembre de 2011

Gossip Girl 5x08: "All The Pretty Sources"


Serena y Blair en la despedida de soltera
Lo primero que nos ha llamado la atención del octavo de la quinta es que los americanos llamen “shower” (ducha) a lo que aquí conocemos como “despedida de soltero”. ¿Pretenden que sea algo purificador? Porque a menudo se vuelve algo sucio, con algunas infidelidades mayores que las de la gran noche de Blair…

Pero vayamos a lo que nos interesa, que nos vamos por las ramas. El capítulo empieza estupendamente con Serena preparando la “shower” de B con cientos de bolsitas súper chic con caros regalitos dentro. Aunque nos esperábamos un fiestón mucho mayor…

Durante el día previo al evento van apareciendo algunos líos. En el bando de la pareja real, Louis no confía en los amigos de su futura esposa y se lo hace saber a ella, con lo que acaban discutiendo, para variar (chica, ¿cuándo te darás cuenta de que tu principito es un pesado y que los palacios solo molan en los cuentos?). Blair se cansa y se va de compras con sus secuaces, que le mienten para hacerle creer que su gran noche será informal y con comida cutre. Buen trabajo, el vestido naranja de lentejuelas con el que aparece Queen B por la noche es digno de devolver a la tienda, no pega ni con cola con el motivo de la despedida, aunque seguro que vale una pasta.


En el bando de los otros Upper East Siders, el abuelo de Nate amenaza a Diana en echarla si no consigue que su nieto sea la cara visible del “NY Spectator” –aunque siguen escondiendo algo más que eso–, con lo que Diana convence a Nate para que la ayude a aumentar el éxito del periódico dando un gran golpe contra “Gossip Girl”. El chico mueve hilos y obtiene la lista de contactos y correos que todo el mundo ha enviado a la web de la chica chismosa. Un gran boom que sale a la luz por culpa de Louis, que amarga la fiesta de Blair y provoca una nueva brecha en su relación.

La plasta de Charlie/Ivy sigue con sus mentiras y le hace creer a Lily y a Max que su madre le obligó a cambiarse el nombre por el de Ivy Dickens para protegerla, pero por suerte Max tiene más materia gris en el cerebro que ella y en un momento descubre la farsa. Como la chica muy lista no es, le soborna con dinero, que ya veremos de dónde sacará, a parte de darle el precioso anillo de diamantes que –¡oh, qué poco nos lo imaginábamos!– le ha tocado en la despedida.

Los solteros de oro Chuck y Dan, por su parte, son los únicos que no están invitados a la fiesta y, por ello, fingen pasar del tema y quedan para ver una peli con un poquito de alcohol y porros de por medio, que les facilitan el trabajo de quitarse la vergüenza y autoinvitarse a la despedida. Bueno, eso más bien lo hace Dan, que no se quita a Blair de la cabeza, mientras que el bueno de Bass sigue portándose más bien que un corderito. Ay, ay, Chuck, al final nos vas a convencer…

La fiesta –que organiza Serena en casa de su madre y Rufus, un lugar demasiado familiar para nuestro gusto– es al estilo Tiffany’s, muy elegante, color pastel, con perlas, champán y diamantes, claro. Con el boom de la lista de contactos de “Gossip Girl” la fiesta se va al carajo, Blair y Louis discuten y ella se va a visitar a su amado Chuck, y no parece que sea con buenas intenciones. Además, el abuelo de Nate despide a Diana, que no quiere que su gran secreto –que todavía ignoramos se sepa, y Nate pasa a ser el editor jefe del “NY Spectator”. Un trabajo que le va un poquito grande, creemos. Ah, y Max le pide disculpas a Serena por plantarla en la otra cita. Hay miraditas y sonrisitas, así que tenemos romance al caer.

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